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jueves, 21 de junio de 2012

DIOS ES QUIEN DA LA VICTORIA.





En el 2do libro de Samuel 24:1-4, podemos leer que el rey David mando traer a su general y le pidió que hiciera un censo de toda la gente que tenia. A pesar de que  Joab trato de persuadirlo, David insistió y así se hizo.

¿Por qué David insistía en conocer cuanta gente tenía?
David era ya grande en edad, no salía más a las batallas. Ahora se quedaba en su casa esperando los resultados. El estar sin hacer nada le llevo a estos pensamientos, a caer en tentación.
David parecía olvidarse que las batallas que había ganado no se debían a su ejército de hombres valientes, sino al Dios Todopoderoso.
Fue  Dios quien le había guardado ante Saúl y aun lo seguía haciendo ante cualquier enemigo.
Fue Dios quien le dio la victoria ante Goliat y aun ante cualquier enemigo la victoria siempre vino de parte del Todopoderoso.
Pero ahora David insistía en saber cuánta gente tenía para enfrentar batallas. Se preparaba confiando en carros y caballos y se olvidaba de quien realmente le daba la victoria.

Al igual que David el hijo de Dios enfrenta batallas cada día, problemas, dificultades,  etc. Pero, al igual que David, a nuestro lado tenemos al Todopoderoso para darnos la victoria. El problema es que muchos seguimos el camino de David, nos llegamos a sentir tan poderosos y autosuficientes que dejamos de lado al que realmente es Todopoderoso. Insistimos en luchar las batallas por nuestra propia fuerza y tratamos de hacer a Dios a un lado. Nos conformamos y comenzamos a vivir en el ocio y eso es lo que nos lleva a alejarnos de Dios.
Fuimos llamados para llevar el Evangelio a todas las naciones, el Señor nos dijo que tendríamos persecuciones y batallas, pero que estuviéramos siempre confiados en Él.

Cuando dejas de cumplir el mandato de Dios y te tiras a la ociosidad es que vienen los malos pensamientos, no te quedes descansando en casa sal a la batalla diaria que se enfrenta cuando llevamos las Buenas Nuevas del Señor Jesús. Sal sin temor sabiendo que Dios esta contigo como poderoso gigante.

El Salmo 37:5 dice:
Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará.

Nunca te apartes de Dios y Él te dará la victoria.

El Señor Jesús te bendiga.




lunes, 11 de junio de 2012

ANHELANDO LA PATRIA CELESTIAL.


Solemos olvidar que la promesa de Dios va mas allá de lo que vemos. Nos conformamos con el día a día y de ese día a día nos afanamos. Aun cuando la promesa de Dios es vida eterna, nos seguimos preocupando por lo que haremos mañana y quitamos los ojos de lo que el Señor tiene para nosotros.

Heb 11:13  Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Heb 11:14  Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
Heb 11:15  pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
Heb 11:16  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

Heb 11:36  Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Heb 11:37  Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
Heb 11:38  de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Heb 11:39  Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
Heb 11:40  proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

¿Problemas y dificultades? todos las experimentamos, no por ser cristianos dejamos de vivirlas.
Mas si nuestra esperanza esta puesta en vivir plácidamente aquí, vana es nuestra esperanza.
La promesa de Dios incluye una habitación en Su casa donde ya ha ido a prepararlas.
Con la esperanza de un día habitar en Su casa, prosigamos nuestro camino como peregrinos en esta tierra, cumpliendo Su mandato de hacer discípulos a las naciones  y de vivir en santidad.

El Señor Jesús les bendiga.