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miércoles, 21 de marzo de 2012

COMO EL ÁGUILA.


Mas  los que esperan en Jehová tendrán nueva fuerzas; levantaran alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán. (Isaías 40:31).

El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila (Salmos 103:5).



El plumaje viejo de un águila en los últimos años de su vida se envejece y se vuelve moteado y eventualmente se empieza a caer. Su pico se vuelve débil y sus garras despuntadas. No puede volar tan alto como antes lo solía hacer. Su propio instinto le llevara hacia las montañas a alguna cueva o un lugar alejado. Allí en la cueva, ella comenzara a arrancar su plumaje y a raspar su pico y garras contra la roca hasta que los haya raspado por completo. No come, ni bebe agua, lo que hace es ayunar. Es una experiencia dolorosa y domestica. El águila simplemente espera, porque sabe que su plumaje, su pico y sus garras eventualmente volverán a la normalidad. Cuando emerge de su tiempo de espera y estira sus alas, ella se ve y vuela como una águila nueva y joven. Entonces vuela con sus alas y sube a las alturas que antes conocía.

Ambos, Isaías y David, escribieron bajo este conocimiento del águila. Cuando escogemos esperar en el Señor a través del ayuno, arrancamos esa debilidad que nos mantiene atados a la carne y emergemos renovados en nuestras fuerzas espirituales.

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. (Hebreos 12:1).

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