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jueves, 5 de julio de 2012

EL MORIR ES GANANCIA.


Ecl 8:8  No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte; y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la posee.

Si hay algo en lo que las personas pensamos poco eso es, sin duda, la muerte propia. No solemos pensar en ella como algo próximo. De hecho a nadie le gusta pensar en la muerte.

Cuando usted acude un velorio y ve un cuerpo dentro de un ataúd vera que parece “como si estuviera vivo”, esto se debe a que las personas que trabajan en la funeraria se encargan de lavarlo, maquillarlo y hacer todo lo que se tenga que hacer para que parezca “como si estuviera vivo”.

Se aferran a tratar de seguir o parecer vivos. Sin embargo, como leíamos al principio, la Palabra de Dios dice que la guerra contra la muerte física está perdida, ni un arma vale ante ella. Escrito esta que muramos una vez y después de esto el juicio. (Heb 9:27).

La muerte física es algo para lo que nadie está preparado y aquellos que  “lo están”  lo más que hacen es comprar su paquete velatorio y un seguro de vida para su familia. ¿Pero que de la verdadera muerte? La muerte espiritual.

Lo que hizo que el Apóstol Pablo dijera  - para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia-, fue la certeza de que si llegara a morir físicamente  su alma tenía un lugar asegurado al lado del Señor Jesús.

Dice el apóstol Juan que el verdadero amor hecha fuera todo temor,  alguien que está lleno del verdadero amor (Jesucristo) no tiene por qué temer, sabe que su vida está asegurada a Su lado.

Como hijos de Dios no debemos temer sino que al igual que Pablo decretar esto como ganancia, pues sabemos que al partir de este lugar terrenal entraremos al celestial para morar con nuestro Dios y Salvador Jesús.

Si hasta hoy en algo le hemos fallado déjame decirte que este es el día que hizo el Señor, día para venir y ponernos a cuentas con Él, día para corregir nuestro camino y poder decir con gozo.
Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.


Bendiciones.

lunes, 11 de junio de 2012

ANHELANDO LA PATRIA CELESTIAL.


Solemos olvidar que la promesa de Dios va mas allá de lo que vemos. Nos conformamos con el día a día y de ese día a día nos afanamos. Aun cuando la promesa de Dios es vida eterna, nos seguimos preocupando por lo que haremos mañana y quitamos los ojos de lo que el Señor tiene para nosotros.

Heb 11:13  Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Heb 11:14  Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
Heb 11:15  pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
Heb 11:16  Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.

Heb 11:36  Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Heb 11:37  Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
Heb 11:38  de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
Heb 11:39  Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
Heb 11:40  proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.

¿Problemas y dificultades? todos las experimentamos, no por ser cristianos dejamos de vivirlas.
Mas si nuestra esperanza esta puesta en vivir plácidamente aquí, vana es nuestra esperanza.
La promesa de Dios incluye una habitación en Su casa donde ya ha ido a prepararlas.
Con la esperanza de un día habitar en Su casa, prosigamos nuestro camino como peregrinos en esta tierra, cumpliendo Su mandato de hacer discípulos a las naciones  y de vivir en santidad.

El Señor Jesús les bendiga.